ANTOLOGÍA DE NERUDA


ANTOLOGÍA


Cuántas veces, amor, te amé... (soneto XXII)


Comentario: En este poema, el amor se presenta como un anhelo profundo, como un horizonte que hace caminar al alma en busca de algún manantial perdido. También el amor parece un recuerdo, una evocación, una nostalgia. Es el enamorado del Amor quien escribe:


Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo.

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angola, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Tomado del libro Cien sonetos de amor.



No te quiero sino porque te quiero (soneto LXVI)

Comentario:El amor, al igual que el signo, es arbitrario, no tiene razones, no tiene argumentos. Simplemente es y se deja estar. En ese ser y estar el amor molesta a veces, pues al amante le irrita la percepción de ser un cautivo voluntario, un cautivo sin guardia. Pero ese sacrificio es sublime, es experiencia densa, es consumación del propio ser.


No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Tomado del libro Cien sonetos de amor.


Si alguna vez tu pecho se detiene (soneto XCIII)

Comentario:El amante que asume la palabra ha sido seducido por la amada, Matilde, cuya vida es su propia fuente de energía, su propio ser.
En este poema, la voz lírica ha sucumbido al amor con nombre propio, al amor con ojos y cuerpo, ha sucumbido a la persona.
El amante vive fuera de sí, para el otro y por el otro. El beso se erige como símbolo de la unión eterna, de la plenitud de la experiencia amorosa, de la realización.

Si alguna vez tu pecho se detiene,
si algo deja de andar ardiendo por tus venas,
si tu voz en tu boca se va sin ser palabra,
si tus manos se olvidan de volar y se duermen,

Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos
porque ese último beso debe durar conmigo,
debe quedar inmóvil para siempre en tu boca
para que así también me acompañe en mi muerte.

Me moriré besando tu loca boca fría,
abrazando el racimo perdido de tu cuerpo,
y buscando la luz de tus ojos cerrados.

Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo
iremos confundidos en una sola muerte
a vivir para siempre la eternidad de un beso.

Tomado del libro Cien sonetos de amor.

Si tú me olvidas

Comentario:El poeta lo sabe: el amor vive en la memoria, en el recuerdo vivo. El amante necesita ser recordado para vivir, para ser y para amar. Si es olvidado, morirá su amor y morirá él. Si es recordado, su amor vivirá como lámpara eterna que alumbra las noches.


Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Tomado del libro Los versos del capitán

Cuerpo de mujer, colinas blancas... (poema I)

Comentario:El poeta tiene cuerpo; amante y amada tienen cuerpo. En este poema, se tejen los hilos de una sensualidad joven, de un lecho amoroso vivo, que como un campo de tierra se zanja y se penetra, se trabaja y se fecunda. Es Eros quien habla en la voz del poeta:

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Tomado del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada






AHORA, TE TOCA HACER A VOS 

LOS COMENTARIOS Y LA INTERPRETACIÓN 


(ayudate de las instrucciones para leer un poema que ya te di en el Blog) 



Me gusta cuando callas... (poema XV)



Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Tomado del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada
       
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JARDIN DE INVIERNO

       
Llega el invierno. Espléndido dictado
me dan las lentas hojas
vestidas de silencio y amarillo.

Soy un libro de nieve,
una espaciosa mano, una pradera,
un círculo que espera,
pertenezco a la tierra y a su invierno.

Creció el rumor del mundo en el follaje,
ardió después el trigo constelado
por flores rojas como quemaduras,
luego llegó el otoño a establecer
la escritura del vino:
todo pasó, fue cielo pasajero
la copa del estío,
y se apagó la nube navegante.

Yo esperé en el balcón tan enlutado,
como ayer con las yedras de mi infancia,
que la tierra extendiera
sus alas en mi amor deshabitado.
Yo supe que la rosa caería
y el hueso del durazno transitorio
volvería a dormir y a germinar:
y me embriagué con la copa del aire
hasta que todo el mar se hizo nocturno
y el arrebol se convirtió en ceniza.

La tierra vive ahora
tranquilizando su interrogatorio,
extendida la piel de su silencio.

Yo vuelvo a ser ahora
el taciturno que llegó de lejos
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra
la voluntad de mis germinaciones.

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PIDO SILENCIO

AHORA me dejen tranquilo.Ahora se acostumbren sin mí.
Yo voy a cerrar los ojos
Y sólo quiero cinco cosas,cinco raices preferidas.
Una es el amor sin fin.
Lo segundo es ver el otoño.No puedo ser sin que las hojasvuelen y vuelvan a la tierra.
Lo tercero es el grave invierno,la lluvia que amé, la cariciadel fuego en el frío silvestre.
En cuarto lugar el veranoredondo como una sandía.
La quinta cosa son tus ojos,Matilde mía, bienamada,no quiero dormir sin tus ojos,no quiero ser sin que me mires:yo cambio la primaverapor que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero.Es casi nada y casi todo.
Ahora si quieren se vayan.
He vivido tanto que un díatendrán que olvidarme por fuerza,borrándome de la pizarra:mi corazón fue interminable.
Pero porque pido silenciono crean que voy a morirme:me pasa todo lo contrario:sucede que voy a vivirme.
Sucede que soy y que sigo.
No será, pues, sino que adentrode mí crecerán cereales,primero los granos que rompenla tierra para ver la luz,pero la madre tierra es oscura:y dentro de mí soy oscuro:soy como un pozo en cuyas aguasla noche deja sus estrellasy sigue sola por el campo.
Se trata de que tanto he vividoque quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro,nunca he tenido tantos besos.
Ahora, como siempre, es temprano.Vuela la luz con sus abejas.
Déjenme solo con el día.Pido permiso para nacer.
      
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AUSENCIA

       
Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta, herida por mí mismo
o colmada de amor, como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.

Amor mío,
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebido toda el agua y la sangre,
nos encontramos
con hambre
y nos mordimos
como el fuego muerde,
dejándonos heridas.

Pero espérame,
guárdame tu dulzura.
Yo te daré también
una rosa.
      
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MUJER, NADA ME HAS DADO

       
Nada me has dado y para ti mi vida
deshoja su rosal de desconsuelo,
porque ves estas cosas que yo miro,
las mismas tierras y los mismos cielos,

porque la red de nervios y de venas
que sostiene tu ser y tu belleza
se debe estremecer al beso puro
del sol, del mismo sol que a mi me besa.

Mujer, nada me has dado y sin embargo
a través de tu ser siento las cosas:
estoy alegre de mirar la tierra
en que tu corazón tiembla y reposa.

Me limitan en vano mis sentidos
-dulces flores que se abren en el viento-
porque adivino el pájaro que pasa
y que mojó de azul tu sentimiento.

Y sin embargo no me has dado nada,
no se florecen para mi tus años,
la cascada de cobre de tu risa
no apagará la sed de mis rebaños.
Hostia que no probó tu boca fina,
amador del amado que te llame,
saldré al camino con mi amor al brazo
como un vaso de miel para el que ames.

Ya ves, noche estrellada, canto y copa
en que bebes el agua que yo bebo,
vivo en tu vida, vives en mi vida,
nada me has dado y todo te lo debo.

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XLIV ( El libro de las preguntas)


Dónde está el niño que yo fui,
sigue adentro de mí o se fue?

Sabe que no lo quise nunca
y que tampoco me quería?

Por qué anduvimos tanto tiempo
creciendo para separarnos?

Por qué no morimos los dos
cuando mi infancia se murió?

Y si el alma se me cayó
por qué me sigue el esqueleto?

      
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Confieso que he vivido (Memorias)

Archivo Chile (selección de poemas)

Veinte poemas de amor y una cancióndesesperada (libro completo)

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